Francamente, he dejado de buscar explicaciones para la vida, estoy muerto y viviré para siempre. ¡Qué ironía!.
Me encuentro agotado de buscar una definición para cada cosa y cada suceso, si es bueno o malo. Dime, ¿quién establece normas? ¿qué es lo correcto?. Lo correcto es lo que ante los ojos de la ley y la sociedad determinan como “bueno”, “aceptable”, en cambio, las pasiones propias viajan a un segundo plano a ser “banales”, “inaceptables”. Si cada hombre siguiera sus instintos, sus deseos, sueños y delirios, tal vez de esa manera no existiría en ellos el temor al Hades y el deseo por habitar el jardín del Edén.
Es un hecho, que cada ser viviente anhela la paz…pero ¿qué es la paz? Si consideramos el Génesis como referencia, desde ese primer acto del ser humano, la paz se convirtió en una utopía; y la culpa no es en sí de la creación ni de su gran creador, sino que debe de existir un “equilibrio”. Una armonía entre el frío y el calor, entre lo dulce y lo salado, día y noche, ese bello y perfecto dualismo…el bien y el mal. Cada uno por su lado podrían ser totalmente devastadores, pero, unidos entre sí, son la razón por la cual la vida es un arte.